No hay lugar de importancia que no sea también lugar de tópicos. A Extremadura la persiguen unos cuantos. Quizá el más arraigado esté en aquella rima que, con el gusto moralizante del siglo XVIII, censura que un “espíritu desunido / anima a los extremeños”. Mirados desde el siglo XXI, esos versos despiertan menos reconocimiento que estupor: si por algo se ha caracterizado el cuerpo electoral extremeño durante décadas es por estar unido, por no decir imantado, al Partido Socialista. El PSOE, de hecho, comenzó a gobernar Extremadura antes de que el Estatuto de Autonomía rebautizara a la Junta Regional como Junta a secas. Era a finales de 1982, se deshacía la UCD y a Juan Carlos Rodríguez Ibarra, como ocurre en tantos destinos que parecen manifiestos, le cayó la presidencia de chiripa: dos ucedeístas descontentos tenían que votar por su candidato, pero aprovecharon la votación secreta para votar por él. Ibarra luego iba a gobernar un cuarto de siglo. Y el PSOE, por cerrar con otro tópico, iba a formar, como las cigüeñas de siempre o las placas solares de hoy, parte necesaria del paisaje.
Elecciones decisivas en el Gran Oeste extremeño
Scritto il 19/12/2025
Con los comicios del domingo arranca una vuelta a España electoral que puede ser un vía crucis para el PSOE